Hasta hace poco más de una década, ETA sembró España de muertos, heridos, viudas y huérfanos. Pero no todas las víctimas tuvieron el mismo reconocimiento ni repercusión. Sobre todo las que lucharon, murieron y fueron olvidadas en un segundo plano porque ese era su trabajo: jugarse la vida para proteger a miles de personas amenazadas por los terroristas.
La Fundación Miguel Ángel Blanco estrenó hace un par de semanas el documental ‘Las buenas sombras, los escoltas frente al terrorismo’, con testimonios sobre aquellos que arriesgaban la vida cada día para que otros no la perdieran en cualquier momento. En definitiva, para defender la libertad frente a unos «terroristas de ETA mucho más activos contra la democracia que contra la dictadura franquista», como recuerda esta obra y sufrieron los españoles entre 1968 y 2011.