Cristina Cuesta, Íñigo Pascual y Marisol Chávarri, víctimas de ETA, hablaron este miércoles de su experiencia compartiendo su testimonio en colegios e institutos, sesiones de las que destacaron su importancia por transmitir lo sucedido y la atención de los alumnos.
En el décimo aniversario del fin de la violencia de ETA, este miércoles, se conmemoraba otra fecha: los 38 años desde que la banda terrorista asesinó a Cándido Cuña, un panadero de Rentería (Guipúzcoa). El porqué de que mataran a una persona con una profesión en apariencia inofensiva se lo han planteado a Cristina Cuesta varias veces. A su padre, Enrique Cuesta, lo mataron los Comandos Autónomos Anticapitalistas -escisión de ETA- en 1982, tras aceptar el puesto como delegado de Telefónica en Guipúzcoa. Recordar a las víctimas civiles o a qué se dedicaba su progenitor le sirve, explicó este miércoles durante la mesa redonda en la que intervino del curso Memoria y prevención. El terrorismo y sus críticas en las aulas, en la UPNA, para desgranar algunos detalles de la historia de la banda terrorista y las consecuencias de sus ataques.