(…)
amanece tan pronto
y yo estoy tan solo
y no me arrepiento de lo de ayer.
Sí, las estrellas te iluminan
Y te sirven de guía
Te sientes tan fuerte
Que piensas que nadie te puede tocar
(….)
Estrofa de la canción «Maldito duende», Héroes del silencio
Es muy posible que Miguel Ángel Blanco cantara en alguna ocasión esta canción de su grupo favorito, Héroes del silencio, una letra que como una premonición anunciaba la soledad de sus últimas horas. Estas palabras evocan la forma en que Miguel Ángel Blanco quiso vivir y la manera en que ETA decidió asesinarle. Miguel Ángel, un chico de veintinueve años con un presente lleno de actividad, de motivación, de sueños y proyectos y con las aficiones normales de un chico de su edad. Una vida rota por la barbarie del terrorismo que ha dejado un vació entre sus familiares y amigos imposible de llenar. Su vida fue breve pero intensa. Miguel Ángel no imaginó que trabajar por sus conciudadanos en el Ayuntamiento de Ermua como concejal del Partido Popular le convertiría en un héroe de la democracia, del Estado de derecho y del pluralismo político. Entregó su vida por la Libertad sin que hubiera temido perderla y se convirtió en un referente de la concienciación y movilización ciudadanas contra el terrorismo, contra ETA. Hubo muchas víctimas antes de Miguel Ángel Blanco, en muchos casos anónimas, muchas después; a todas, sin distinciones rendimos homenaje y memoria. Recordar a Miguel Ángel Blanco es recordar todas las consecuencias de la barbarie terrorista, a todas las miles de familias afectadas por el totalitarismo etarra. Miguel Ángel Blanco no pudo escuchar la voz de toda una sociedad en pie de Libertad contra el fanatismo y la dictadura del terror. Es una obligación moral y una luz de esperanza recordarle y mantener su estela de compromiso y humanidad.
Miguel Ángel Blanco tenía veintinueve años cuando ETA lo secuestró el 10 de Julio de 1997, cuarenta y ocho horas después apareció herido de muerte con dos tiros en la cabeza en la localidad guipuzcoana de Lasarte. Era el secuestro número 78 de la banda terrorista ETA desde 1970, el número 10 de los secuestrados asesinados. El número 778 en la macabra nómina de muertos de la terrorífica organización.
Miguel Ángel Blanco era una persona tan rigurosa con la puntualidad que sus compañeros de la asesoría donde trabajaba comenzaron a preocuparse por él al comprobar que se había retrasado media hora en la cita que tenia con un cliente a las 15.30 de aquel fatídico 10 de julio de 1997, nueve días después de la liberación de José Antonio Ortega Lara por la Guardia Civil. Llevaba tan solo unos meses trabajando en esta empresa radicada en Eibar donde acababa de comenzar su carrera profesional como economista. Un comunicado anónimo en llamada a Egin sobre las 17.30 informó que se había secuestrado a un concejal del Partido Popular en Ermua y que el coste de su libertad era la vuelta de todos los presos de ETA al País Vasco antes de las 16 horas del sábado 12 de julio. A partir de ese momento el pueblo de Ermua, con su alcalde Carlos Totorica a la cabeza empezó a salir a la calle exigiendo la libertad de Miguel Ángel, acompañando a la familia en aquellas angustiosas horas, ejemplo de solidaridad y de concienciación que fue seguido por centenares de miles de ciudadanos españoles. Ermua se convirtió en un referente social en la lucha contra la barbarie y por la Libertad acosada por el terror de ETA.
Miguel Ángel había nacido en Ermua el 13 de mayo de 1968, todas las personas que le conocieron le definían como una persona normal, afable y extrovertida, sencillo y alegre. Era el hijo mayor de un matrimonio de trabajadores: Consuelo Garrido y Miguel Blanco, tenia una única hermana, Mari Mar. Sus padres inmigraron hacía treinta años desde Galicia buscando trabajo, se conocieron y se casaron en Ermua. Miguel Ángel tuvo una infancia sin apuros económicos pero sin lujos. Su padre era albañil y durante un tiempo Miguel Ángel también lo fue hasta que encontró otro trabajo más acorde con los estudios que había realizado de económicas en Sarriko. A los 7 meses de licenciarse logró su sueño, trabajar en una empresa, «Eman Consulting» que le permitiera desarrollar su preparación cerca de su querido pueblo, Ermua. Pasaba sus días a caballo entre Eibar y Ermua, localidades en la que se ubican las sedes de la empresa para la que trabajaba, montado en el tranvía que une ambas poblaciones. Aún le quedaba tiempo para tocar la batería con su grupo «Poker» y servir a su comunidad desde su puesto de concejal. Un joven normal que no había renunciado a divertirse, que pese a sus responsabilidades políticas y laborales salía los fines de semana con su cuadrilla y su novia a tomar vinos y disfrutar de sus amigos. Miguel Ángel Blanco alternaba su trabajo con la política desde 1995, año en el que se afilió a Nuevas Generaciones del Partido Popular, dirigidas en aquella fecha por su amigo de universidad y Presidente de Nuevas Generaciones, Iñaki Ortega. Éste le convenció y logró que se integrara en el Comité Ejecutivo de la provincia de Vizcaya. Cuando tuvo edad suficiente abandonó Nuevas Generaciones y se comprometió con la política local. Fue número tres en las listas del Partido Popular por Ermua en las elecciones municipales de mayo de 1995, en las que el PP cuadriplicó sus anteriores resultados en el pueblo y en las que Miguel Ángel logró su acta de edil.
Miguel Ángel tenia gran pasión por la música. Le gustaban fundamentalmente los grupos que cantaban en castellano, su favorito era Héroes del Silencio. Desde niño le encantaba tocar la batería, sus padres no tuvieron más remedio que comprarle una, tenían pocas opciones, o eso o acabaría con las cazuelas y ollas de la cocina que golpeaba con unos palos. La afición fue tan lejos que en sus ratos libres, sobretodo en primavera y verano, se dedicaba a tocar con su grupo Poker, antes llamado Cañaveral y Adiskideak (Compañeros).
El 9 de marzo de 1997, la hermana de Miguel Ángel, Mari Mar, había emprendido un viaje hacia Escocia para ampliar sus estudios de Turismo. Antes de abandonar su hogar despertó muy temprano a Miguel Ángel y se despidió de él en voz baja. Miguel Ángel le comentó que si podía ese verano haría una escapada para ir a verla. Fue la última vez que le vio con vida. Cuatro meses después Mari Mar regresaba junto a sus padres para afrontar el secuestro y el asesinato de su hermano.
Era un hermano cercano, el apoyo para solucionar cualquier problema. Es recordado por su hermana Mari Mar como una persona de gran paciencia, cabezón, perseverante, de carácter fuerte, nervioso, activo, muy responsable, tenaz, muy sociable. Miguel Ángel llenaba los espacios de buen humor, de alegría, le encantaba contar chistes, su carcajada le salía de dentro del corazón. Le gustaba tratar con afecto y atención a las personas, sobretodo a las mayores, y era muy amigo de sus amigos.
Hay muchas cosas, infinitas, que Mari Mar y sus padres ya no podrán hacer con Miguel Ángel, los pequeños detalles, las celebraciones importantes que no serán compartidos y que miden la importancia de la ausencia, ese demoledor vacío en las circunstancias cotidianas, semanales, anuales que recuerdan lo que le gustaba, lo que hacía, lo que comentaba. La miseria de los fanáticos que le arrebataron su vida jamás podrán ser capaces de medir el sufrimiento que causan sus actos criminales. A Miguel Ángel Blanco le gustaban mucho las Navidades, tenia la costumbre de cocinar los langostinos dándoles un toque especial, preparar las bandejas de turrón junto a su familia como una tradición, poner el árbol, salir a chiquitear por Ermua con su cuadrilla el día de Nochebuena y Nochevieja. En Ermua en estas dos tardes, antes de las cenas de celebración se invita a barra libre a los todos los ciudadanos, a vino, cerveza o mosto, las calles se llenan y esta generosa costumbre constituye una razón más para salir y felicitarse las fiestas.
Miguel Ángel tampoco podrá ya inundar el aire con su música. Su afición por la música y concretamente por la batería venía de muy atrás, prácticamente desde la infancia. Cuando era niño, utilizaba los bolígrafos para tocar y para romperlos, hacia música contra cualquier objeto contundente. O cogía los pucheros de su madre para improvisar y se hacía una batería. El profesor de música dijo a la familia que Miguel Ángel tenia muy buen oído. Le gustaba sobretodo la música pop española de los ochenta, su grupo favorito era Héroes del silencio, coleccionaba todo de ellos, también sus camisetas aunque luego no se las pusiera. A los 15 años en un viaje con sus padres a Galicia, en el pueblo de su madre, Cabanas, donde hay mucha afición a las orquestas, la familia Blanco se encontraba disfrutando de una verbena veraniega. Miguel Ángel le comentó a su padre la ilusión que le hacía poder tocar en esa orquesta tan grande
Su padre le contestó que no se preocupara que conocía al batería y le iba a pedir que le dejara tocar por lo menos una canción. Y así fue. Miguel Ángel subió y empezó a tocar y nadie le pudo decir que sólo una canción, el batería de la orquesta no tocó más. El encargado quería contratar a Miguel Ángel pero sus padres le dijeron que tenia que estudiar, que era muy joven para dedicarse a la música profesionalmente. Miguel Ángel siempre compatibilizó sus estudios con la música y más tarde el trabajo, su responsabilidad política y la música. Para él la música era más que un hobby, era una pasión. Un año antes de ser asesinado pudo comprarse por fin una buena batería. A su hermana le encantaba ver tocar a su hermano mayor, le llenaba de satisfacción, sobretodo delante de sus amigas. Después de acabar la carrera de económicas en Sarriko (Vizcaya) y mientras encontraba otro trabajo Miguel Ángel Blanco trabajó con su padre como albañil. Mantenía con Miguel una relación de compañeros, así lo recuerda su padre cuando define esa relación como mucho más que una relación de un padre con su hijo. A Consuelo, su madre, Miguel Ángel también la quería de una forma especial, la cuidaba y compartía sus cosas con ella, le gustaba pasar ratos, muchos ratos, charlando tranquilamente.
Miguel Ángel siempre fue muy curioso, le gustaban los debates en la televisión, las discusiones. La política activa era para Miguel Ángel una manera de colaborar con sus conciudadanos y contribuir a mejorar Ermua, pueblo que él tanto amaba, aumentar el bienestar de la gente, escuchar sus demandas. Toda la familia estaba muy orgullosa del compromiso político que el hijo mayor había tomado, nadie, salvo su madre, tuvo temor por lo que podría pasarle. A los pocos meses de que Miguel Ángel empezara a trabajar en el Ayuntamiento como concejal del Partido Popular fue asesinado Gregorio Ordóñez. Este asesinato conmocionó a toda la sociedad, Gregorio Ordóñez era concejal, en este caso teniente de alcalde, ETA lo asesinó el 23 de enero de 1995. La ofensiva terrorista de ETA contra los cargos públicos constitucionalistas, especialmente contra los concejales, actuaba en toda su vil crudeza. A Miguel Ángel le conmocionó mucho este asesinato porque además de ser compañero de partido, el sábado anterior habían coincidido en un acto y le habían presentado a Gregorio Ordóñez.
Durante el desarrollo de su responsabilidad política Miguel Ángel tuvo algún encontronazo con simpatizantes de ETA, pero anecdóticos, Ermua siempre fue un pueblo tranquilo. Algún insulto de fascista, españolista, txakurra, lo anormalmente normal dentro de una sociedad en la que se convive con algunos, pocos en
Ermua, fanáticos abertzales. Nunca se calló, no sentía miedo, no se sentía blanco de ETA, nunca ocultó que pertenecía al Partido Popular. Miguel Ángel se tomó el trabajo de concejal con mucha responsabilidad, se ocupaba de supervisar el cumplimiento de los presupuestos municipales. Una estrecha compañera de partido, portavoz del grupo Popular en el Ayuntamiento de Ermua, Ana Crespo, recuerda a Miguel Ángel como una persona sumamente responsable, cercano, vital, entrañable, con el que se conseguía fácilmente hacer un buen equipo. Lo más duro de la ausencia del compañero fue el siguiente pleno con su silla vacía. Lo último que Miguel Ángel le comentó es que se acababa de comprar un coche.
El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco marcó un antes y un después en la lucha contra el terrorismo. Miles de ciudadanos en toda España salieron a la calle a defender la vida y la Democracia, se pusieron en la piel de Miguel Ángel, su familia y sus compañeros e intentaron con su manifestación y su clamor salvar la vida de un ciudadano víctima de la barbarie de ETA. España entera señaló a ETA y a sus cómplices políticos como los principales enemigos del Estado de Derecho, como el auténtico problema vasco.
Cuando escribimos estas letras emocionadas aún ETA sigue en activo. Miguel Ángel, serena y firmemente, queremos decirte que seguiremos luchando para que no haya más víctimas del terrorismo, para que la pesadilla acabe pronto, para que tu estela siga siendo camino de Dignidad y de Libertad.
ÁLBUM DE FOTOS DE LA FAMILIA DE MIGUEL ANGEL BLANCO